Por Christopher Rosales Tognarelli
coolguysdontlookatexplosions.weebly.com
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Autor: BISAMA, ALVARO
ISBN 9789569131288
Año Edición 2014
Editorial ALQUIMIA EDICIONES
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Taxidermia es, según la RAE, el Arte de disecar los animales para conservarlos con apariencia de vivos. Hoy revisaremos el libro recién salido de Álvaro Bisama y cuyo nombre es precisamente aquel, Taxidermia. Parto con la definición puesto que creo que Bisama en esta narración hace precisamente eso, disecar fragmentos de memoria que nos permiten ver a sus personajes tal cual son, con el único problema que nunca llegan a parecer vivos, porque lo más probable es que jamás lo hayan estado.
Editado por Alquimia, Taxidermia es la quinta novela de Álvaro Bisama (Valparaíso, 1975), la cual narra en una serie de fragmentos o retazos de historia, los recuerdos poco claros de un cineasta que trata de construir la vida de un dibujante de cómics under ―de disecarla― y que al hacerlo lo hace también con la suya, lo hace también con la nuestra.
En lo personal me gusta mucho la narrativa de Bisama. Creo que es distinta, que no guarda esa distancia absurda y objetivista entre sus narradores y la historia misma, que es hardcore ―lo que se agradece en un panorama lleno de pussies―, desesperanzada y llena de dolor. Se trata de una narrativa repleta de imágenes a tal punto que estas producen una metástasis más allá de la narración, hacia la realidad, porque son imágenes oscuras, sacadas de una realidad marginal en la que muchos vivimos, o bien que son parte de una gran alegoría que es la vida misma; cada imagen, cada metáfora que construye su narrativa es un fragmento de esa gran alegoría de la que no sabemos mucho, pero que intuimos es terrible y, lo que es peor, intuimos también ser parte de ella ―víctimas, cómplices o culpables, de todo un poco. En Taxidermia no es distinto, por supuesto. Un relato lleno de fragmentos que son a su vez imágenes o pedazos de recuerdos de vidas completamente olvidables o que deseamos olvidar. Un ej.:
“Alguna vez soñó con ser golpeado hasta quedar con la cara completamente quebrada y llena de heridas y moretones, de tal modo, que cuando todo cicatrizara, los pedazos rotos de su cara se convertirían en una cara nueva”
El libro está lleno de recuerdos como éste, pero también de algunos que se enuncian y que sin embargo no se nos muestran, solo sabemos la sensación que dejan en el narrador, en la narración, en el libro, como si se buscara que lo rellenáramos con partes de nuestras propias vidas o algo, o como si ese recuerdo imborrable ―porque la narración nos dice que existe y persiste― mostrara en su ausencia la necesidad de eliminar de nuestra memoria pasajes horrendos y terriblemente reales; por ejemplo una página casi por completo en blanco, salvo esto: “Esa parte de mi vida parece un agujero negro”.
Cada fragmento es independiente del resto, sin embargo son parte de una misma historia. La narración nunca la vemos bien, con total claridad y esa es más o menos la idea, porque a la vez es un manifiesto de que nunca somos capaces de verlo todo en su totalidad; los personajes nos dan pistas de esto:
“Ella le dice que los tatuajes son en realidad piezas de un rompecabezas gigantesco, dibujos que se unirán en algún momento y formarán sobre el cielo abierto el retrato de algo que ahora es intangible y desconocido: un reflejo del mundo que quizá reemplace el mismo mundo”.
Sin más una novela recomendable, con un lenguaje poético y crudo, porque lo crudo también es poético, desaforado, extraño y por sobre todo, no apto para pussies. Sigue la línea narrativa de sus obras anteriores, explotando esa voz que recoge el espíritu de la desesperanza de un mundo marginal, bizarro y real, pero que a la vez no cae en lo meloso, sino que es en sí misma resistencia pura. Narrativa pop en el mejor de los sentidos posibles, que hasta los lectores más canónicos no podrán ignorar.
Editado por Alquimia, Taxidermia es la quinta novela de Álvaro Bisama (Valparaíso, 1975), la cual narra en una serie de fragmentos o retazos de historia, los recuerdos poco claros de un cineasta que trata de construir la vida de un dibujante de cómics under ―de disecarla― y que al hacerlo lo hace también con la suya, lo hace también con la nuestra.
En lo personal me gusta mucho la narrativa de Bisama. Creo que es distinta, que no guarda esa distancia absurda y objetivista entre sus narradores y la historia misma, que es hardcore ―lo que se agradece en un panorama lleno de pussies―, desesperanzada y llena de dolor. Se trata de una narrativa repleta de imágenes a tal punto que estas producen una metástasis más allá de la narración, hacia la realidad, porque son imágenes oscuras, sacadas de una realidad marginal en la que muchos vivimos, o bien que son parte de una gran alegoría que es la vida misma; cada imagen, cada metáfora que construye su narrativa es un fragmento de esa gran alegoría de la que no sabemos mucho, pero que intuimos es terrible y, lo que es peor, intuimos también ser parte de ella ―víctimas, cómplices o culpables, de todo un poco. En Taxidermia no es distinto, por supuesto. Un relato lleno de fragmentos que son a su vez imágenes o pedazos de recuerdos de vidas completamente olvidables o que deseamos olvidar. Un ej.:
“Alguna vez soñó con ser golpeado hasta quedar con la cara completamente quebrada y llena de heridas y moretones, de tal modo, que cuando todo cicatrizara, los pedazos rotos de su cara se convertirían en una cara nueva”
El libro está lleno de recuerdos como éste, pero también de algunos que se enuncian y que sin embargo no se nos muestran, solo sabemos la sensación que dejan en el narrador, en la narración, en el libro, como si se buscara que lo rellenáramos con partes de nuestras propias vidas o algo, o como si ese recuerdo imborrable ―porque la narración nos dice que existe y persiste― mostrara en su ausencia la necesidad de eliminar de nuestra memoria pasajes horrendos y terriblemente reales; por ejemplo una página casi por completo en blanco, salvo esto: “Esa parte de mi vida parece un agujero negro”.
Cada fragmento es independiente del resto, sin embargo son parte de una misma historia. La narración nunca la vemos bien, con total claridad y esa es más o menos la idea, porque a la vez es un manifiesto de que nunca somos capaces de verlo todo en su totalidad; los personajes nos dan pistas de esto:
“Ella le dice que los tatuajes son en realidad piezas de un rompecabezas gigantesco, dibujos que se unirán en algún momento y formarán sobre el cielo abierto el retrato de algo que ahora es intangible y desconocido: un reflejo del mundo que quizá reemplace el mismo mundo”.
Sin más una novela recomendable, con un lenguaje poético y crudo, porque lo crudo también es poético, desaforado, extraño y por sobre todo, no apto para pussies. Sigue la línea narrativa de sus obras anteriores, explotando esa voz que recoge el espíritu de la desesperanza de un mundo marginal, bizarro y real, pero que a la vez no cae en lo meloso, sino que es en sí misma resistencia pura. Narrativa pop en el mejor de los sentidos posibles, que hasta los lectores más canónicos no podrán ignorar.